La invención de Morel.
"No creo indispensable tomar un sueño por realidad, ni la realidad por locura."
Se trata de una novela del escritor Adolfo Bioy Casares que cuesta trabajo creer que fue escrita en 1940 debido a la gran carga de contenido relacionado con las nuevas tecnologías. Es un buen ejemplo de la literatura fantástica, es una novela muy descriptiva de principio a fin; desde que el autor incita al lector a que realice un viaje imaginario a la isla, con construcciones arquitectónicas de estilo moderno, hasta la descripción de la invención de Morel.
Lo interesante del aparato de Morel es que no se ocupa únicamente de la experiencia de percepción se limite a la vista y al oido, como es el caso de los medios de alcance (radiotelefonía, la televisión, el teléfono) y retención (el cinematógrafo, la fotografía, el fonógrafo) en parte, debido a la deficiencia en su registro (en el caso de la fotografía y el cinematógrafo) así que optó por dirigir su atención a la retención de las imágenes que se forman en los espejos. “Me puse a buscar ondas y vibraciones in alcanzadas, a idear instrumentos para captarlas y transmitirlas. Obtuve, con relativa facilidad, las sensaciones olfativas; las térmicas y las táctiles propiamente dichas requirieron toda mi perseverancia." (p.75) El aparato sin duda amplia la experiencia del espectador, debido a la activación de ondas de los diversos sectores (lo térmico, lo táctil y lo olfativo) que permiten la participación de los demás sentidos (olfato y tacto) "Si abren el receptor de ondas olfativas, sentirán el perfume de las diamelas que hay en el pecho de Madeleine, sin verla. Abriendo el sector de ondas táctiles, podrán acariciar su cabellera, suave e invisible, y aprender, como ciegos, a conocer las cosas con las manos. Pero si abren todo el juego de receptores, aparece Madeleine, completa, reproducida, idéntica; no deben olvidar que se trata de imágenes extraídas de los espejos, con los sonidos, la resistencia al tacto, el sabor, los olores, la temperatura, perfectamente sincronizados. Ningún testigo admitirá que son imágenes. Y si ahora aparecen las nuestras, ustedes mismos no me creerán. Les costará menos pensar que he contratado una compañía de actores, de sosías inverosímiles" (p.76) Madelein existía, porque estaba para el odio, para el tacto, para el olfato y desde luego, para la vista, existía, no en tiempo real, pero existía y el espectador podía tener contacto más o menos directo con ella. "“¿No debe llamarse vida lo que puede estar latente en un disco, lo que se revela si funciona la máquina del fonógrafo, si yo muevo una llave?"
Las otras funciones del invento tienen que ver con la grabación la proyección puede ser en cualquier espacio y a cualquier hora del día, la imagen se adecua al lugar. El aparato de Morel no solo amplia la experiencia y hace que participen todos los sentidos, es también un modo de registro nítido, completo e infinito "Aquí estaremos eternamente —aunque mañana nos vayamos— repitiendo consecutivamente los momentos de la semana y sin poder salir nunca de la conciencia que tuvimos en cada uno de ellos, porque así nos tomaron los aparatos; esto nos permitirá sentirnos en una vida siempre nueva, porque no habrá otros recuerdos en cada momento de la proyección que los habidos en el correspondiente de la grabación, y porque el futuro, muchas veces dejado atrás, mantendrá siempre sus atributos.” (p.85) Esta parte me sorprendió, lo que el prófugo vio, era nada más y nada menos que el resultado de la invención de Morel, era tan real, entonces era una realidad alterna, eran apariencias, una nueva clase de fotografías.
Finalmente, toda la novela me remitió al asunto del registro, la memoria y el olvido. También me pude imaginar un algoritmo en base a la descripción literaria de la inversión de Morel, pensé en el algoritmo que pudo ser utilizado para la construcción del aparato.
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