Cultura: De los aparadores a las cloacas



En una sociedad que aniquila la aventura, la única aventura es aniquilar la sociedad”
Lema Situacionista

“La sociedad del espectáculo, es decir, la sociedad capitalista avanzada, creaba la ilusión de libertad y de tiempo libre cuando en realidad alienaba e impedía vivir apasionadamente”Carlos Granés


Andy Warhol 
Marcel Duchamp 















¿Qué tienen en común Leonardo da Vinci y los muralistas? ¿Las vanguardias artísticas y las estrellas pop?  ¿Britney Spears, Andrea Fraser y Walter Benjamin? ¿”La fuente” de Marcel Duchamp y los estridentistas? ¿Los hippies y los situacionistas? ¿Sex Pistols y los impresionistas? Son manifestaciones y productos culturales, que “necesariamente interaccionan con la estructura social, puesto que las obras de arte, la decoración los registros, las películas y los juegos se compran y venden en el mercado” (Bell, 1982: 63). Es decir, estas manifestaciones culturales se encuentran en el mercado porque es el espacio en dónde la estructura social se encuentra  con la cultura. Dicho esto, lo importante es definir la palabra cultura para comprender de qué manera engloba manifestaciones tan diversas y contrarias entre sí.

Britney Spears

Andrea Fraser

Muralismo mexicano

Sex Pistols


Primero: ¿Qué entendemos por cultura? Para responderlo de una manera simple, podemos recurrir a un diccionario y el significado será “cultivo del espíritu humano”; eso no nos dice mucho. La antropología nos dice que es todo aquello que compete al ámbito humano, es decir las maneras de sentir, pensar y hacer de las personas las cuales son adquiridas, construidas y transmitidas, así mismo tiene que ver con los hábitos y las representaciones sociales. Existe otra definición que tiene que sirve para diferenciar a los sujetos entre sí, es decir, es una noción estratificante que expresa un entramado de conductas, hábitos, conocimientos y símbolos; tiene que ver con la concepción común que tenemos del término al decir, por ejemplo, si alguien es o no culto. 

Confesión: Ahora,que tengo una carrera en Artes plásticas y visuales, estoy obligada a saber que pasa en los territorios de la alta cultura y tratar de fingir que me gusta el cine de arte y tratar de fingir que me importa y que le etiento. 

Era más fácil cuando veía películas de serie B en Canal 5.



Hasta este momento me surgen más interrogantes: ¿En dónde encontramos la cultura? ¿En un museo? ¿En una galería elitista? ¿En una sopa Campbell’s? ¿En la comida mexicana? ¿En las cloacas? ¿En el Canal de las Estrellas?
Daniel Bell define la cultura de la siguiente manera:

“La cultura, para una sociedad, un grupo o una persona, es un proceso continuo de sustentación de una identidad mediante la coherencia lograda por un consistente punto de vista estético, una concepción moral del yo y un estilo de vida que exhibe esas concepciones en los objetos que adornan a nuestro hogar y a nosotros mismo, y en el gusto que expresa esos puntos de vista. La cultura es por ende el ámbito de la sensibilidad.” (Bell, 1982: 47)
Se trata de una definición integral que abarca todo tipo de  concepciones, objetos y representaciones, a diferencia del concepto estratificado renacentista o nociones como alta y baja cultura. Por otro lado, al incluir a la cultura en el ámbito de la sensibilidad podemos comprender como manifestaciones artísticas, culinarias e industriales tan distintas entre sí son cultura y todos nosotros somos sus consumidores. Por otro lado el sociólogo de la vida cotidiana; Michel Maffesoli,  tiene una visión más integral:
“[…] existe estrecha conexión entre las grandes obras de la cultura y esta cultura vivida al día, que constituye la base de toda vida en sociedad. Esta cultura tiene con que sorprender a más de uno; está hecha del conjunto de pequeñas naderías que por sedimentación forman un sistema significante” (Maffesoli, 1995: 15)
Todos somos cultos, todos somos punks
“A veces hacer algo no conduce a nada”
Francis Alÿs
“La sociedad de masas por el contrario,
no quiere cultura sino diversión”
Daniel Bell

En esta parte del ensayo hablaremos de las “naderías” y aquellas expresiones de la cultura vivida al día; lo imaginario, lo lúdico y lo cotidiano. Maffesoli nos incita a ver nuestra vida cotidiana como cultura en estado naciente. Seamos positivos por un momento: ¿Será que la nueva contracultura es la cultura informal o la cultura vivida al día? ¿Acaso la verdadera resistencia se encuentra en las redes de amistad y en las reuniones que escapan de “las instituciones obsoletas? Quizá una reunión fortuita es un acto de anarquía o tal vez, recordando a los estridentistas, el mole de guajolote es una obra de arte: “[…] lo insignificante, lo anecdótico, sirve de defensa contra las maniobras de las instituciones macroscópicas y dominantes. He ahí porque lo insignificante tiene sentido” (Maffesoli, 1995: 15)
La cultura, en palabras de Maffesoli “no se limita a las grandes obras canónicamente reconocidas como tales” (Maffesoli, 1995: 15) es decir, no se encuentra únicamente en escaparates o dentro de los museos, también se encuentra en las calles, las reuniones entre amigos, las comilonas, etc. Incluso algunos elementos de la vida cotidiana que son la materia prima de obras de arte o proyectos artísticos. Por ejemplo el proyecto Mejor Vida Corp (Better Live Corporation) a cargo de la artista Minerva Cuevas, el cual busca insertarse en los procesos comerciales simples que llevamos a cabo día con día, por ejemplo: Ir al supermercado, ir al cine o al museo y obtener descuentos por ser estudiantes o comprar boletos del metro.  Lo que el proyecto hace es ofrecer códigos de barras para obtener descuentos en productos del supermercado, boletos del metro, credenciales “falsas” de estudiantes para quienes ya no lo son. En otras palabras, transforma tareas comunes en su material de trabajo y logra (o al menos intenta) insertarse en la vida diaria.
La noción estratificante de cultura quedó fuera y la división entre baja y alta cultura fue borrada. Esto queda en evidencia cuando manifestaciones que en algún momento fueron consideradas burdas o banales, ahora son temas de investigación o contenido de obras de arte. Pensemos en las telenovelas que pasan en Televisa o TV Azteca. Son manifestaciones culturales que además de ser consumidas de forma masiva se han convertido en objetos de estudio y en materia prima de proyectos artísticos. Tal es el caso del Instituto de la Telenovela a cargo del artista Pablo Helguera.  Otro ejemplo lo encontramos en la obra del artista español Jota Izquierdo, quien tras una investigación en los barrios de Tepito y la Merced, logró crear un sólido proyecto sobre los Sonideros, sí: quienes ambientan los bailongos, como el famoso Sonidero la Changa, ahora son parte un proyecto artístico.
Todos somos cultos porque las manifestaciones culturales no son únicamente aquellas que encontramos en los museos. Puede que no sepamos mucho sobre arte pero tal vez somos expertos en La Rosa de Guadalupe o tal vez no conocemos a los situacionistas pero hemos ido a algún bailongo en el que el Sonidero la Changa es la atracción. Por otro lado, todos podemos ser punks o disidentes si evocamos la fuerza de lo pequeño al alejarnos de los fines concretos para reunirnos con otros por el simple hecho de pasarla bien. El asunto de lo relacional también está presente en el arte. Basta con voltear a ver las reuniones o comidas organizadas por grupos de artistas como Cráter Invertido, quienes tienen una noción horizontal del arte y buscan crear puentes entre lo cotidiano, la experimentación artística y la vida diaria. Al evocar la fuerza de lo minúsculo y cotidiano podemos recordar a Walter Benjamín que “reconoce lo que él llama el interés presente o lo concreto más cercano” (Maffesoli, 2007: 10)


Quienes lanzaron la piedra y no escondieron la mano





“En los años 1960-1970 la ideología contestataria e hipercrítica tuvo gran éxito al igual que la minifalda, los Beatles. Marx y Freud superstars, suscitaron exégesis delirantes, discursos miméticos en masa y multitud de émulos lectores. ¿Qué queda hoy de ello? En pocos años las experiencias más veneradas han caído en el olvido…  ”Gilles Lipovetsky

"El espectáculo crea un presente perpetuo en el cual la repetición constante de las mismas seudonovedades hace desaparecer toda memoria histórica, de modo que no se puedan comprender ni las causas ni las consecuencias de acontecimiento alguno.”Guy Debord


Después de hacer mención de Daniel Bell y Michel Maffesoli y sus nociones sobre la cultura, es necesario enunciar los logros que hicieron posible que expresiones tan diversas entre sí sean dignas de admiración y obtengan la etiqueta de cultura. Así mismo haré mención de la industria cultural y la cultura de masas.
Primero, Bell define el modernismo de la siguiente manera: “El modernismo fue una respuesta a dos cambios sociales que se produjeron en el siglo XIX, uno en el nivel de la percepción del medio social, el otro de la conciencia acerca del yo” (Bell, 1982:57) Por otro lado recordemos que Mafessoli menciona que la modernidad estableció la dicotomía entre la razón y lo imaginario o bien, “la razón y lo sensible” (Maffesoli, 2007: 10) Esto implicó que los artistas, al ver como el orden social se desintegraba, cambiaran el modo en el que representaban el mundo. Dentro de los primeros puestos en la lista de los “terroristas del arte” encontramos a los impresionistas, aquellos pintores que jugaban con la luz, el color y el movimiento, lanzaron una pedrada a la alta cultura y empezaron a representar la realidad desde su trinchera. Así mismo rompieron con la barrera que existía entre artistas y público.
A partir de los primeros pasos de las vanguardias artísticas (dadaísmo, futurismo, constructivismo, surrealismo) las cuales generaron ruptura dentro del arte oficial, se empezó a cambiar el orden respecto a la cultura, la cual poco a poco se alejaba de la noción estratificadora y rompía con la idea de que  la posición social era determinante en el estilo y gusto cultural “en particular si se piensa en masas de tales dimensiones como la clase obrera, la clase media y la clase alta” (Bell, 1982:49) Por otro lado empezó a cambiar el modo en que se consumía la cultura. Las clases altas abusaban y devaluaban la cultura, no la consumían como tal. La relación con el público y el comprador cambió, por lo que a partir de las experimentaciones de las vanguardias, dejaron de ser piezas claves en los procesos culturales. Los artistas, principalmente los de vanguardia, toman las riendas de la esciena cultural al modelar al público y al mercado. Sin embargo las vanguardias pierden fuerza puesto que ya no tienen a que hacerle frente.
En la sociedad de masas, la cual empieza a cobrar fuerza durante el siglo XX, interviene en la masificación de la cultura y la industria cultural. Bell menciona que en la década de 1950 en Estados Unidos se caracteriza por el fin de la ideología y por el estudio sociológico de la sociedad de masas:
“La teoría de la sociedad de masas vio en el mundo moderno la destrucción de los vínculos grupales primarios tradicionales, la familia y la comunidad local; y vio los órdenes tradicionales reemplazados por la masa en la que cada persona vive de manera atomista o anónima” (Bell, 1982:56)

El arte dejó de ser algo serio o mejor dicho: Se alejó de la solemnidad. Se convirtió en una mercancía de consumo en masa. Incluso sus temas se adaptaron a las exigencias de la nueva sociedad de consumo. Daniel Bell menciona otra bifurcación de la cultura y es: la cultura del medio pelo; que está estrechamente relacionada con la conversión de la cultura en mercancía. La cultura buscó resolver la duda de: ¿Cómo gastar? “En efecto, la cultura, tal como se la concebía en las revistas de masas de clase media, no era un examen de obras de arte serias, sino un estilo de vida que se organizaba y consumía” (Bell, 1982:58) La cultura se desprendió del carácter estratificante y se masificó y abarcó más manifestaciones. Sin embargo, también se insertó en el mercado a tal punto que imágenes de obras de arte que en algún momento fueron consideradas parte de la vieja noción de alta cultura, ahora las encontramos en las páginas de las revistas o en comerciales de televisión.
La masificación de la cultura también implicó el surgimiento de una contracultura, la cual iba en sentido inverso y hacia abajo. Por ejemplo, los “beats” conducidos por Allen Ginsberg y Jack Kerouac, quienes decidieron salir de la sociedad; al igual que los situacionistas en Francia, guiados por Guy Debord y Constant Nieuwenhuys, convirtieron a la Ciudad en un personaje y se dedicaron a derivar, actividad condenada  en una sociedad capitalista en dónde lo importante es producir. Los estridentistas son un ejemplo de arte contestatario en México, quienes se alejaron del arte y la cultura oficial y lo demostraron al presentarse a eventos artísticos oficiales a mostrar su repudio y aburrimiento.
En cuanto a la Industria Cultural, el texto de Adorno y Horkheimer menciona es el proceso que transforma a las obras de arte en objetos al servicio de la comodidad y el consumo. Otro aspecto importante es que dichas industrias culturales no lograrían salir a flote si no se adaptan a las masas (o a un grupo de personas determinado) Esto lo relaciono con el arte pop y la industria que creó Andy Warhol, quien a partir de sus impresiones serigràficas, cuadros, fotografías y pinturas, se dirigió con éxito a una sociedad de consumo que rápidamente identificó a los personajes que aparecían: Elvis Presley, Marilyn Monroe y Mao (estas figuras, en palabras de Guy Debord son vedettes) también fueron identificadas las latas de sopa Campbell’s,  los envases de Coca-Cola y las cajas de Brillo.

Contracultura, Industria Cultural y reflexiones finales
Outside of society, they're waitin' for me.
Outside of society, if you're looking,
that's where you'll find me.
Patti Smith


La palabra contracultura nos remite a todas aquellas manifestaciones artísticas y culturales que se escapan de los canales oficiales. Por ejemplo, el movimiento hippie, el movimiento “beat” y el punk. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme si actualmente hay algo que nos asuste, nos sorprenda o nos haga levantarnos de nuestro asiento. ¿Qué otros vidrios quedan por romper? ¿Qué nos falta por cuestionar y criticar? ¿Cómo debemos voltear todo de cabeza?  Daniel Bell menciona lo siguiente:
“La observación común de que hoy ya no hay una  vanguardia significativa – de que ya no hay una tensión radical entre un nuevo arte que escandaliza y una sociedad escandalizada- sólo quiere decir que la vanguardia ha obtenido la victoria. Una sociedad entregada totalmente a las innovaciones, a la jubilosa aceptación del cambio, de hecho ha institucionalizado la vanguardia y la ha cargado, quizás para su consternación, con la tarea de descubrir constantemente algo nuevo. En efecto, se ha dado a la “cultura” un cheque en blanco, y se ha reconocido firmemente su primacía en la promoción del cambio social” (Bell, 1982: 47)
En términos culturales, nuestra sociedad actual es en muchos aspectos más permisiva por otro lado, reconoce todo tipo de manifestaciones como modos de ser de la cultura, mientras que la esfera del arte no se cierra a la experimentación, la crítica, la burla y a los autoatentados.
En cuanto a la Industria Cultural definida por Adorno y Horkheimer, es el conjunto de bienes culturales: El entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la gastronomía y el turismo. Los autores también nos dicen que “la técnica de la industria cultural ha llevado sólo a la estandarización y producción en serie y ha sacrificado aquello por lo cual la lógica de la obra se diferenciaba de la lógica del sistema social” (Adorno, Horkheimer, 2003:166) Lo que nos ayuda a terminar de resolver las interrogantes del inicio del ensayo, puesto que lo que tienen en común esos personajes y productos, es que forman parte de una industria cultural y en palabras de Marx, el modo de producción define y moldea las otras dimensiones de la sociedad, como la cultura que es una subestructura que se subordina. “La industria cultural se ha desarrollado con el primado efecto, del logro tangible, del detalle técnico sobre la obra, que una vez era la portadora de la idea y fue liquidada con esta” (Adorno, Horkheimer, 2003:166)
Cabe resaltar que Adorno y Horkheimer mencionan que el mundo entero se filtra por la industria cultural, esto me remite a uno de los argumentos principales que postula Guy Debord en La Sociedad del Espectáculo en el menciona que el mundo real es mediado por imágenes y montajes. El espectáculo, es el mundo de la imagen automatizada, un régimen totalitario que concentra miradas y conciencias; es una especie de holograma de la vida  social y mediatiza con imágenes, toda relación humana, en ese sentido el espectáculo falsifica la “verdadera” vida social: “La vieja experiencia del espectador de cine, que percibe el exterior, la calle, como continuación del espectáculo que acaba de dejar, porque este último quiere reproducir fielmente el mundo perceptivo de la vida cotidiana” (Adorno, Horkheimer, 2003:171)
Finalmente el termino cultura ha cambiado a lo largo de los distintos periodos históricos, ya sea durante la modernidad o las posmodernidad o bien, con el crecimiento de la sociedad de masas y la industria cultural. Una cosa es segura y es que dicho término se ha ampliado a tal punto que podemos estar de acuerdo con Maffesoli cuando nos dice que: “La totalidad de la vida cotidiana puede ser considerada una obra de arte. Por el hecho de la masificación de la cultura, por supuesto, pero también porque todas las situaciones y prácticas minúsculas constituyen terreno fácil sobre el que se erigen cultura y civilización” (Maffesoli, 1990: 9)


Bibliografía:
Bell, Daniel, Contradicciones culturales del capitalismo, Madrid, Alianza Universidad, 1982, Introducción, pp.11-41.
Bell, Daniel, Contradicciones culturales del capitalismo, Madrid, Alianza Universidad, 1982, Capítulo 1, pp.11-41.
Horkheimar, Max y Adorno, Theodor, “La industria cultural: Ilustración como engaño de masas”, en Dialéctica de la Ilustración. Editorial Trotta, Madrid, 2003, pp. 165-212.
Michel Mafessoli, “Genealogía de la cultura, en Aquiles Chiu (Coordinador), Sociología de la cultura, México, UAM.IZT, 1995, pp.15-25.
Michel Mafessoli, “Homo Estheticus”, en El crisol de las apariencias. Para una ética de la estética, México, Siglo XXI editores, 2007, pp.9-34.





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